Mediante las acciones que implementamos en el marco del proyecto “conservando el águila andina en Colombia”, aprovechamos una gran oportunidad para conocer más sobre esta especie y entender, cómo su presencia, puede también conectarnos con nuestras necesidades ambientales

Risaralda, Colombia. Recuerdo la primera salida de campo en busca de la rapaz más amenazadas de Colombia, el águila real de montaña (Spizaetus isidori). El punto fue la Empalada, un área clave para la diversidad (KBA, por su sigla en inglés), ubicada en el departamento de Risaralda. Ese día, los primeros rayos de sol nos dieron la señal para salir en su búsqueda, vamos acompañados de dos avistadores locales con “ojos bien entrenados” que hacen parte de procesos de conservación del territorio.
Llegando al sitio, encontramos un gran parche boscoso con árboles emergentes, laderas escarpadas y húmedas. La zona está rodeada de cultivos de café, plátano y potreros donde esperamos pacientemente en un sitio estratégico. Pasaron algunos minutos, mientras mirábamos hacia el cielo, pescando alguna señal del águila.
De repente, entre las montañas y el cielo despejado, se esbozó la silueta de lo que a primera vista me pareció un gallinazo; en ese momento, alguien gritó ¡águila¡, y con asombro, observamos un majestuoso adulto de Spizaetus isidori planeando entre las corrientes térmicas. En definitiva, me sentí privilegiado en poder observar esta ave catalogada en Peligro a nivel mundial.
Este recuerdo me permite reconocer la importancia de esta rapaz para nuestros bosques andinos, y también, reflexionar sobre lo que perderíamos si desapareciera. En primer lugar, el águila real de montaña necesita contar con bosques en buen estado de conservación para su supervivencia. Bosques donde haya recursos tales como presas, sitios de anidación y percha entre otros.
De esta manera, su presencia regular en los bosques, indica que dichos espacios mantienen su integralidad y continúan ofreciendo servicios ecosistémicos para las comunidades y los animales que dependen de estos.

Spizaetus isidori es un depredador tope, es decir, que influye en la estructura de las poblaciones de presas. En este sentido, se sabe que la especie consume una variedad de presas silvestres como pavas, tórtolas, iguanas, serpientes, perezosos, monos y chuchas, entre otros. En algunos casos también consume gallinas, lo que puede ocasionar conflictos con las comunidades, sin embargo, este comportamiento puede estar relacionado con la desaparición de algunas presas naturales como son las pavas o algunos mamíferos.
De este modo, la ausencia de este depredador podría desencadenar el incremento de algunas poblaciones de presas, ocasionando un desequilibrio, especialmente aquellos grupos con mayor tasa reproductiva.
Al ser una especie de gran movilidad, el águila andinase considera una “especie sombrilla”, es decir, que al conservar amplias áreas de ecosistemas naturales para que esta ave pueda subsistir, también se estaría conservando otros grupos de animales y plantas que se distribuyen en la misma área.
Por otro lado, aunque en algunas zonas existen conflictos entre las personas y el águila, debido a la depredación de gallinas, también es cierto que nuestra águila es una especie carismática, ya que su comportamiento, aspecto y tamaño imponente, atrae el interés de muchas personas. Estos rasgos posibilitan emprender campañas de educación ambiental, procesos de conservación y manejo en torno a la especie, razones por las cuales se podrían gestionar fondos, vincular a la sociedad civil y entidades ambientales y autoridades administrativas.

Al descender de la montaña, con el corazón satisfecho por el privilegio de ver esta importante especie, me siento más convencido de la importancia de que cada vez más personas y organizaciones apostemos por conservar esta magnífica especie. Saber que somos más quienes queremos conocerla y cuidarla, me da esperanza de que, a futuro, nuestros hijos puedan conocer y mantener viva a esta emblemática rapaz de los andes colombianos.
Este proceso hace parte de la implementación del proyecto “Conservando el águila andina en Colombia”, que cuenta con el apoyo financiero del Fondo de Alianza para Ecosistemas Críticos (CEPF por sus siglas en inglés) y del Fondo Patrimonio Natural para integrar el trabajo con socios #CEPF a nivel del Corredor y a nivel regional, con el aporte de organizaciones de #Perú, #Bolivia y #Ecuador, así como de grupos locales a lo largo del territorio.
Escrito por:
Luis Fernando Ortega
Socio Investigador
Asociación Calidris
lfortega@calidris.org.co