“Esta iniciativa nos abrió las puertas a las oportunidades, ahora somos reconocidos y nombrados, ya podemos seguir gestionando más aprendizajes y llegar a lo que nosotros queremos ser: una empresa líder del departamento” comenta Henry Aldana Charry, un campesino productor de queso que vive en el núcleo las Mercedes de Solano, Caquetá, y que participa del proyecto Conservación para el Desarrollo y la Paz en el Piedemonte Amazónico.
Para llegar a su finca desde Florencia, capital del Caquetá, don Henry tiene tres opciones: una, tomar un taxi a Puerto Arango, a 15 minutos del casco urbano y navegar en una lancha por cuatro horas sobre el río Orteguaza y luego el río Caquetá ($66.000); dos, tomar una carretera a Solita durante aproximadamente cinco horas, dependiendo el estado el vía y luego navegar hora y media por el río Caquetá ($50.000); tres, viajar por tierra hasta Curillo por dos horas y luego tomar una lancha por tres horas sobre el río Caquetá ($80.000). Él prefiere tomar la primer ruta; sin embargo allí no termina la travesía de este productor, al llegar al casco urbano coge su canoa por dos horas por un Quebradón llamado Sevilla o si no se dirige por 15 minutos hasta el puerto las Mercedes y luego monta a caballo durante dos horas.
La escasez de vías de acceso entre el campo y los pueblos es una de las principales problemáticas que afronta el departamento del Caquetá, sin embargo, no es la única, el desarrollo de prácticas agropecuarias insostenibles a partir de modelos de ganadería extensivos, cultivos de uso ilícito, la informalidad en la tenencia de la tierra, la presencia de grupos armados ilegales, la poca presencia estatal, entre otros, ha conllevado a la implementación de modelos insostenibles y a condiciones socioeconómicas que limitan el desarrollo de la región y la degradación de los bosques. A pesar de ser un territorio amazónico abundante en recursos naturales las familias son amenazadas por la inseguridad alimentaria de más del 42% y dependencia de otras regiones en los productos de la canasta familiar, según una investigación realizada por la fundación REDCaquetáPaz, cerca del 87,54% de los alimentos que consumen los caqueteños proceden de otros lugares del país.
De igual manera existe una desconexión entre la institucionalidad pública y la sociedad civil “hemos identificado grandes brechas donde se perciben que las instancias de participación se crean por dar cumplimiento a la ley pero no se es consciente del rol y la importancia de las mismas. Muchos líderes llegan a ver que se llevan para su comunidad, prima el bien individual sobre el colectivo” comenta la caqueteña Sandra Caviedes, profesional del proyecto en el componente de fortalecimiento organizativo. Sumado a esto, el desconocimiento y la desconfianza han debilitado las organizaciones sociales de base, por ende la participación ciudadana es limitada “Otro problema es la desmotivación, nos han mentido mucho, la gente ya cuando uno les cuenta de algún proyecto e iniciativa, dicen que están cansados de la carreta, nos hacen firmar papeles y listados pero nunca hay nada concreto”, dice don Henry mientras alista su maleta para embarcarse en el primer yate del día siguiente que sale a las siete de la mañana de Puerto Arango.
Los principales aportes
“El Caquetá es un territorio con grandes necesidades pero con ventanas de oportunidades para que las personas sean agentes de su propio desarrollo” comenta Lina Andrea López, líder del proyecto Conservación para el desarrollo y la paz a nivel nacional, quien sustenta que una de las grandes apuestas de esta iniciativa es generar equilibrio entre el desarrollo económico y la conservación, por lo tanto, los socios del fondo Patrimonio Natural en este reto han sido dos actores locales fundamentales: el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas – SINCHI y el Comité Departamental de Ganaderos, al igual que tiene como aliado regional al proceso de Desarrollo y Paz del Caquetá, REDCaquetáPaz.
Son varias las voces del territorio que nos ilustran los aportes del proyecto tanto a sus vidas como al departamento; en inclusión productiva sostenible, Gilberto Guzmán, participante del municipio de Albania, nos ejemplifica cómo han mejorado él y 257 familias más, la relación con la actividad productiva que practican, gracias a la implementación de sistemas productivos sostenibles, acompañamiento técnico y capacitaciones: “Me crié en medio del ganado, pero desconocía muchas cosas, creía que era ganadero, pero ahora entiendo que no, porque ganadero es aquel que conoce todas las funciones de la ganadería sin hacer el perjuicio, decíamos ser ganaderos pero estábamos contaminando el medio ambiente y perjudicando nuestro entorno, ahora hemos mejorado, hoy en día con todas estas capacitaciones y este apoyo, nos hacen caer en cuenta que podemos tener más y contaminar menos”.
Por su parte, Eduardo Silva, participante de Belén de los Andaquíes reconoce que este proyecto le ha servido para reconocer lo que tiene “yo no le tenia fe a mi finca porque está en una loma y con esta iniciativa hicieron que creyera en lo que tengo, la gente piensa que los suelos ya no sirven para nada y mentiras, si funciona, nos toca es ser juiciosos; hay mucho campesino que va acabando con todo, pero esto de reforestación es un impulso para que la tierra no se nos caliente tanto”. Finaliza.
Otro aporte importante ha sido el fortalecimiento a organizaciones sociales de base por medio de las pequeñas donaciones y los laboratorios de innovación comunitaria “Una de las mayores quejas de las comunidades era que los recursos se ejecutaban por otras entidades que no eran de la región y conversábamos acerca de que las Organizaciones locales no contaban con experiencia en ejecución de recursos y con este proyecto hemos posibilitado que estas organizaciones pequeñas adquieran experiencia, hábitos de responsabilidad y rendición de informes tanto a sus miembros y comunidades como a la entidad financiadora.” Dice Sandra Caviedes, profesional caqueteña que acompaña el componente de fortalecimiento.
Luz Dary Alvarado, participante del Laboratorio de Innovación Comunitaria en Belén de los Andaquíes, argumenta que la construcción de los prototipos no viene solo desde los dos años de acompañamiento de Patrimonio, sino que es la materialización de sueños de líderes que durante años han luchado por mejorar las condiciones de su territorio, pero dice que el apoyo financiero realizado por el proyecto “es una oportunidad de demostrarle a nuestros administradores del municipio y departamento que con poca ayuda que se nos de a la sociedad y si se construye con la sociedad, se hacen grandes cosas para el territorio”. Sumado a esto Sandra Caviedes comparte que la idea no es “promover que se formen nuevas organizaciones o nuevas agendas de trabajo, sino que se ha revisado qué hay en territorio, en las organizaciones, qué agendas habían desarrollado y qué procesos estaban andando y se suman a ellos” y esto ha sido un gran acierto a la hora del desarrollo de las iniciativas.
Lina Andrea López, líder del proyecto comenta que se ha hecho un aporte importante en la relación desarrollo, conservación y ordenamiento territorial “estamos empezando a sentar las bases con otros aliados en el territorio, a aportar a esa diferencia en el ordenamiento territorial, en la inclusión productiva con Sistemas Agroforestales y Silvopastoriles, con las comunidades se han construido las soluciones productivas y de participación y esto es fundamental a la hora de generar consciencia de que el caqueteño es agente de su propio desarrollo y es el motor fundamental y el principal actor para generar cambios en su territorio, sea vereda, finca, microcuenca, municipio, instancia, organización social… … La idea es que esto le quede al territorio, oportunidades de seguir creciendo, construyendo una Caquetá querida y una vida querida”.